

Dorothea Barron, veterana de la Segunda Guerra Mundial y profesora de yoga a sus 100 años
La británica Dorothea Barron recuerda su inmenso alivio en mayo de 1945. "Gracias a Dios", la Segunda Guerra Mundial había terminado, relata esta veterana de la Marina, que contribuyó al desembarco de Normandía y que con 100 años es profesora de yoga.
Cuando Europa se apresta a conmemorar el 80º aniversario de la victoria de las fuerzas aliadas sobre la Alemania nazi, el 8 de mayo, ella forma parte del número cada vez más reducido de veteranos que pueden compartir su experiencia del conflicto.
"Nos dijeron: 'pueden quedarse con su uniforme. Aquí tienen cupones para comprar ropa, comida. Pueden regresar a casa'", recuerda Dorothea, al evocar su desmovilización.
Tenía apenas 20 años, ningún lugar al que ir, y no se daba cuenta de que la posguerra aún estaría marcada por la privación en un Reino Unido "arruinado".
La mujer habla de "años terriblemente difíciles".
"No diría que éramos infelices, pero era una época llena de incertidumbre", explica.
Ochenta años después, Dorothea Barron relata con orgullo, en escuelas y medios de comunicación, esos años de guerra y reconstrucción.
La centenaria mujer participará en las conmemoraciones previstas en Países Bajos y luego Reino Unido, donde se llevarán a cabo durante cuatro días desfiles, con la presencia de la familia real, así como fiestas en las calles.
Además, cada lunes por la mañana, Dorothea Barron da una clase de yoga en su pueblo, cerca de Harlow, al norte de Londres.
- Envidia de sus alumnos -
Mientras da instrucciones, su estado de forma es la envidia de sus diez alumnos, de edades comprendidas entre 20 y 95 años.
Hace 60 años que enseña yoga. "Me siento bien, relajada", dice Dorothea.
"Le encanta conocer gente y podría vivir aún varios años", cuenta Suzy, una de sus alumnas.
Dorothea celebró sus 100 años en octubre de 2024 volando en un Spitfire, avión de la Royal Air Force que desempeñó un papel crucial en la batalla de Inglaterra, en 1940, contra la Luftwaffe alemana.
"Fue maravillosamente emocionante", dice, entre carcajadas, la mujer centenaria.
Con ese nivel de energía habiendo superado los 100 años, es fácil imaginar su determinación a los 18, cuando decidió unirse a la Marina, como había hecho su hermana antes que ella.
"Ni hablar de que los nazis se apoderaran de nuestro país", suelta, con firmeza, Dorothea.
Pero su estatura le impedía ingresar en la Marina. Era demasiado baja. "Hice trampa", confiesa, sin ocultar su alegría.
Dorothea se puso plantillas de cartón en los zapatos y extendió su cabello encima de su frente para parecer más alta.
Entre los cometidos que se le adjudicaron en la Marina estaba enseñar a las tropas a comunicarse con señales ópticas y en código morse con los barcos.
Otra de sus misiones era ayudar a probar las plataformas Mulberry, puertos artificiales temporales construidos por los aliados, específicamente para el desembarco de Normandía, compuestos de elementos prefabricados en Reino Unido y transportados a las costas francesas.
- "Había hecho algo útil" -
Pero Dorothea no sabía en ese momento para qué se utilizarían las estructuras. "Estaba estipulado que no podíamos hacer preguntas. Solo podíamos decir 'Buenos días'", explica.
Solo después de la guerra se dio cuenta de que esas plataformas habían sido usadas en el desembarco de Normandía.
"Me encantó. Pensé que había hecho algo útil", afirma.
Durante la guerra conoció a su marido Andrew, que estaba en la Royal Air Force, con el que tuvo dos hijas.
Dorothea, que es abuela y bisabuela, fue profesora de arte en una escuela primaria hasta su jubilación en los años 80.
Andrew falleció en 2021, pero Dorothea no deja de hablar de él, todavía profundamente enamorada.
Pocas cosas hacen borrar la sonrisa de la boca de Dorothea y una de ellas es la actualidad.
"Nadie gana nunca una guerra", dice, preocupada por el conflicto en Ucrania y por las tensiones en otras partes del mundo.
P.Ries--LiLuX