

Oro negro, promesas verdes: la paradoja climática de Brasil
¿Puede el petróleo servir para pagar su propio fin y financiar la transición energética? Es lo que cree el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que defiende la exploración petrolera en su país, incluso cerca de la Amazonía.
Para el mandatario, ese objetivo no es incompatible con sus ambiciones de convertir al mayor país de América Latina en una referencia mundial en la lucha contra el cambio climático, a un mes de la COP30, que se realizará en la ciudad amazónica de Belém.
"El mundo aún no está preparado para vivir sin petróleo", dijo en un podcast Lula.
"Estoy en contra de los combustibles fósiles cuando podamos prescindir de ellos. Pero hasta que podamos, los necesitamos (...) Es con el dinero del petróleo que vamos a desarrollar biocombustibles, etanol, hidrógeno verde y otras iniciativas", sostuvo este año.
Brasil es el octavo mayor productor global de crudo, y Lula quiere que la estatal Petrobras sea "la mayor compañía petrolera del mundo".
Al mismo tiempo, insta a los líderes mundiales a intensificar la lucha contra el calentamiento y ha prometido cero deforestación para 2030.
Los críticos dicen que la posición del mandatario es contradictoria; otros la ven pragmática.
"Cada vez queda más claro que los países en desarrollo no podrán contar con las naciones ricas para financiar su agenda de adaptación climática", dijo Jorge Arbache, profesor de Economía en la Universidad de Brasilia.
"Es mucho más difícil obligar a un país como Brasil a no extraer petróleo (...) que decirle lo mismo a Noruega, que ya se ha enriquecido", añadió.
Para este experto, la pregunta debería ser cómo usar ese petróleo "y dentro de qué parámetros ambientales".
- "Un error histórico" -
La paradoja se ilustra especialmente en la costa norte de Brasil, donde una lengua de cientos de kilómetros de agua dulce del Amazonas, el río más caudaloso del mundo, se adentra en el océano Atlántico, un encuentro visible desde el espacio.
Después de que se le negara una licencia para explorar petróleo allí en 2023, Petrobras superó recientemente una prueba clave exigida por la agencia de vigilancia ambiental Ibama.
La compañía afirmó en un comunicado que espera recibir pronto la autorización, incluso si debe reformular parcialmente su plan de protección de la fauna en caso de derrame de petróleo.
Petrobras espera encontrar nuevos yacimientos en el Margen Ecuatorial, una enorme zona marítima próxima a la desembocadura del Amazonas, donde la vecina Guyana emergió como un importante productor de petróleo en menos de una década tras el hallazgo de grandes reservas.
La gigante estatal estima que un derrame de crudo en esa región "sería improbable que alcanzara la costa" y que no habría "impacto directo" en comunidades indígenas.
"No existe petróleo sostenible, punto", señaló a la AFP Suely Araújo, expresidenta de Ibama y coordinadora de la red de ONG Observatorio del Clima.
"Estamos en medio de una crisis climática, con una serie de eventos extremos, y la opción de continuar indefinidamente aumentando la producción de petróleo es un error histórico".
- Exportar el problema -
Si Petrobras halla crudo en la desembocadura del Amazonas, el nuevo bloque podría tardar una década en entrar en producción.
La Agencia Internacional de Energía prevé que la demanda de petróleo caerá después de 2030, por lo que seguir perforando es económicamente arriesgado, estimó Araújo.
Además, los ingresos provenientes del petróleo en Brasil no han demostrado "resolver problemas sociales" de este país con profundas desigualdades, subrayó.
El Tribunal de Cuentas de Brasil advirtió este año de "graves disfunciones" en la distribución de los ingresos petroleros, que se multiplicaron por 40 entre 2000 y 2022.
Brasil es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, al tiempo que su matriz energética es predominantemente renovable.
Casi la mitad de las emisiones se deben a la deforestación y otro 25% a la industria agropecuaria, dijo Felipe Barcellos y Silva, investigador del Instituto para la Energía y el Ambiente.
Shigueo Watanabe Jr., investigador del Instituto ClimaInfo, calculó que quemar las reservas estimadas en la zona que Petrobras busca explorar podría representar 2.500 millones de toneladas de CO₂ lanzados a la atmósfera, más de las emisiones brasileñas de todo un año.
"Es incoherente hablar de una transición vinculada a la destrucción", apuntó la ambientalista Neidinha Suruí, quien ha dedicado décadas a proteger las tierras nativas.
"El presidente está contribuyendo a presionar el clima y la destrucción del planeta. Espero que cambie su actitud", dijo a la AFP.
M.Kieffer--LiLuX