

Viuda y desplazada, la lucha de una madre por sobrevivir en Gaza
Dos años de guerra, múltiples desplazamientos y la muerte de su esposo y de su padre hicieron que la vida de Lamis Dib en Gaza se convirtiera en una lucha constante por sobrevivir.
"Es indescriptible", afirma Lamis Dib, que a los 31 años es madre de dos hijos, refiriéndose a la guerra en el territorio palestino.
"El viernes 6 de octubre de 2023, el último día antes de la guerra, fue un día hermoso", recuerda.
Su hija mayor, Suwar, de cinco años en aquel entonces, acababa de comenzar preescolar y Dib la veía regresar desde la ventana de su departamento en Sheij Radwan, un barrio de clase media del norte de Gaza.
Su hijo Amin, que tenía tres años, ocupaba "todo" su tiempo, apunta. Solía llevarlo a una playa cercana.
Dib había estudiado para ser trabajadora social, pero no encontró empleo en la empobrecida economía de Gaza de antes de la guerra, lastrada por un estricto bloqueo israelí desde 2007.
Pero sí que había logrado construir "una familia feliz" con su esposo, un contador que se aseguraba de que a ella "nunca le faltara nada".
Su barrio fue uno de los primeros en ser atacados por los bombardeos israelíes tras el ataque sin precedentes de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023.
El ataque provocó la muerte de 1.219 personas en territorio israelí, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en cifras oficiales israelíes.
La campaña militar de represalia de Israel mató desde entonces a más de 66.280 palestinos en Gaza, también en su mayoría civiles, según cifras del Ministerio de Salud del gobierno de Hamás, consideradas fiables por la ONU.
La destrucción en Gaza es enorme, con barrios enteros arrasados y millones de toneladas de escombros cubriendo áreas donde antes vivían familias.
Edificios, hospitales, escuelas y sistemas de agua y saneamiento se llevaron la peor parte de los ataques israelíes, y las consecuencias humanitarias para los más de dos millones de habitantes del territorio son graves.
Cientos de miles de gazatíes sin hogar se apiñan en refugios, campamentos improvisados y espacios abiertos, carentes de las protecciones más básicas.
- "Una carrera contra la muerte" -
Cuando la zona donde vivía Dib fue atacada, ella y su familia huyeron a un distrito cercano, el primero de una serie de desplazamientos, antes de partir del norte de Gaza rumbo a Jan Yunis, en el sur.
"Uno de los días más difíciles de nuestras vidas", cuenta, relatando el camino que hizo por rutas destrozadas y atravesando retenes militares.
Desde que estalló la guerra, han huido 11 veces. "Cada desplazamiento era una carrera contra la muerte, bajo los ataques aéreos. Ponía el 'piloto automático', abrazaba a mis hijos y corría sin mirar atrás, sin saber a dónde íbamos", dice.
En Rafah, en el sur, estuvieron seis meses. Allí, dormían treinta personas "en una sola habitación sin baños".
"Era difícil expresar lo que sentíamos: confinamiento, hambre, sed, falta de higiene y una ausencia total de privacidad", asegura.
En agosto de 2024, la familia vivía en el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, cuando la vida de Dib cambió de nuevo.
"Un viernes a las 18H00, mi esposo y mi padre estaban en la azotea con cinco jóvenes de la familia, cuando escuchamos el sonido de un misil y vimos humo. Corrí hacia la azotea y la escena era inimaginable: estaban todos muertos", cuenta.
"El cuerpo de mi esposo parecía intacto, pensé que estaba vivo. Intenté despertarlo, pero había sido alcanzado en la cabeza. Y luego encontré el cuerpo de mi padre (...) le habían arrancado una mano", añade.
- Un poco de paz -
Desde ese día, Dib tiene que cuidar sola de sus hijos. Se mudó a Al Zawayda, un campamento donde miles de palestinos comparten las mismas dificultades diarias, bajo lonas que apenas los protegen del calor o el frío, del viento o de la lluvia.
En mayo de 2025, Israel alivió un bloqueo total de suministros que había impuesto en marzo.
Sin embargo, la ONU sostiene que la ayuda que llega desde entonces sigue siendo insuficiente, mientras que Israel lo niega.
"A nuestros hijos les robaron la educación, la comida y una vida normal", denuncia.
"Volveremos a nuestra casa, la reconstruiremos. Solo queremos un poco de paz", subraya.
Sus hijos, Suwar y Amin, echan una mano en lo que pueden, llenando bidones de agua en una estación cerca de la carpa.
Para ellos, las consecuencias de la guerra podrían durar más que los ataques aéreos: Unicef, la agencia de la ONU para la infancia, señaló en 2024 que todos los niños en Gaza necesitan apoyo psicológico.
D.Adrovic--LiLuX